lunes, 11 de junio de 2012

¡A mi hijo lo mandaron a terapia!.



Para muchos padres, esta frase podría sonar a drama o a señal de problemas serios en el niño. Esto no siempre es cierto. Las terapias ocupacional y de lenguaje son las más necesitadas por los niños. ¿Qué son y para qué sirven?
Terapia ocupacional en los niños

“Es la encargada de velar por el bienestar del menor, de su ocupación y relación con el medio ambiente. Sirve para favorecer el desempeño en el colegio, a la hora de jugar, su autocuidado e interacción con los demás”, afirma la terapeuta ocupacional Maritza Ferro. Ella explica que la terapia ocupacional trabaja en prevención, promoción y rehabilitación, desde las características y situación de los niños, quienes tienen como ocupación principal jugar y seguir siendo niños.
Quiénes asisten a la terapia

Niños con problemas en el desarrollo psicomotor, es decir: motricidad gruesa (correr, saltar, jugar) o fina (escribir, colorear, recortar); hiperactivos, con dificultades de aprendizaje o atencionales: no les gusta permanecer sentados, seguir instrucciones, respetar al otro e, incluso, no comer las onces, cepillar los dientes ni tolerar la marquilla de la ropa (texturas).
Según Álvaro Izquierdo, neuropediatra, a nivel cerebral existen dos factores por las cuales el niño debe ser remitido a terapia ocupacional: uno, falta de estimulación o de maduración; dos, trastornos genéticamente determinados como dispasia (anormalidad en el aspecto de
las células). También en caso de factores de riesgo como nacimiento antes de tiempo, desnutrición, meningitis, bajo peso, falta de estimulación o maduración de las células del cerebro.
El neurólogo pediatra también interviene en la remisión al terapeuta ocupacional. “Sin embargo, no existen exámenes para determinarlo; es más una apreciación clínica, es decir, si un niño de ocho meses aún no se sienta o uno de un año, no coge granito, necesita terapia ocupacional”, afirma Izquierdo.
Quién identifica si debe ir o no a terapia
Germán Silva, pediatra egresado de Universidad El Bosque, asegura que la decisión de si el niño debe o no ir a terapia se debe tomar en conjunto, según el reporte del colegio (maestros y psicólogos), de
la familia y, por supuesto, del pediatra. No siempre se requieren exámenes médicos específicos para hacer la remisión a la EPS.
Para verificar si el niño requiere o no la terapia, neuropsicólogos y neurólogos podrán entregar un diagnóstico final.
También se les hacen a los niños pruebas como Taca-taca, desarrollo de habilidades sensomotoras (pintura y desarrollo sensorial), sociales y de interacción, de autocuidado, control de esfínteres, tiempo libre y relación con su entorno, que las aplican las terapeutas.
¿Qué pasa en el cuerpo del niño?
Según la doctora Tobón, “a nivel físico, algunos de estos niños tienen mayor dificultad con el procesamiento de la información, en el cerebro tienen un patrón de madurez más despacioso para aprender ciertas cosas. Otra de las explicaciones es que no tienen un buen desarrollo de la habilidad con el sistema propioceptivo (posición de los músculos) y vestibular (relacionado con el equilibrio y el control espacial). También está asociado el bajo tono muscular. Todos los seres humanos nacemos con esa tensión normal del músculo para hacer las cosas; sin embargo, algunos de nosotros necesitamos hacer más ejercicio y más esfuerzo para mejorar la tensión del músculo. Es lo que se conoce como bajo tono muscular. Quienes lo padecen deben hacer un gran esfuerzo para hacer las cosas y se cansan fácilmente, se distraen, les pesan las cosas, no empujan, no halan. No varía acorde a la edad.
Cómo darse cuenta de que su hijo la necesita
Martha Tobón, terapeuta ocupacional y miembro del Colegio Colombiano de Terapia ocupacional, dice que algunos de los ítems que podrían servir de indicador a los padres son:
• En el caso de los bebés, su proceso de desarrollo puede ser más lento comparado con otros niños de su edad:  no se sientan, miran fijamente a los ojos, lloran incesantemente, no se calman ni siquiera alzándolos y no les gusta coger objetos con las manos.
• En edad escolar: tienen dificultad al coger el lápiz, al hacer trabajos manuales o con las tareas de memoria. No recuerdan qué ni cómo hizo las cosas. No le gusta jugar ni compartir con sus compañeros.
¿Por qué la moda?

La doctora Rodríguez asegura que actualmente se vive una moda por ir a terapia, conocida como “terapitis”, para que el niño sea más aventajado que los demás. En realidad, según varios especialistas, no todos los niños las necesitan, solo aquellos que pueden ir "colgados" en su desarrollo. Algunos expertos sostienen que, desafortunadamente, en ciertos colegios abusan del tema y remiten a niños que no la requieren o con los cuales las instituciones tienen problemas de manejo.
Sirve o no
“Sí sirve cuando el niño la necesita.   El niño y su familia tienen derecho a saber qué profesional lo está atendiendo, qué hace, cómo puede ayudar al niño y cómo va a ser el trabajo con las personas que conforman su entorno. Se deben establecer objetivos  y prioridades”, afirma la doctora Ferro. Padres, maestros y cuidadores perciben resultados de la terapia si el infante actúa menos estresado, trabaja mejor en los cuadernos y desarrolla mayor gusto por las actividades escolares. La terapia no solo es asistir a las sesiones, sino seguir paso a paso el plan de trabajo del terapeuta ocupacional. Es deber de los padres y cuidadores reforzar las actividades sugeridas en casa para alcanzar los resultados esperados.
Qué se hace en la terapia
El niño inicialmente desarrolla actividades de motricidad gruesa y fina, y ejercicios de interacción con el otro, si es necesario. Un buen sitio para la terapia suele tener columpios, aparatos para balancearse y para estar suspendido a determinada altura del piso, rodaderos, colchonetas, pelotas y juegos de encajes. Dentro de ella se trabaja:
• Integración sensorial: enfoque para promover la maduración del niño. Se estimulan retos motores, a fin de mejorar equilibrio, fuerza y estabilidad. Muchos la definen como ‘el policía de tránsito en el cerebro’, encargado de organizar sensaciones, clasificarlas y dar respuesta. Los padres pueden pensar que el niño solo juega, y que este juego, guiado por buenas terapeutas, produce resultados.
• Integración social: se procesa la información del ambiente. Muchos terapeutas no lo trabajan porque consideran que lo más importante es la formación cognitiva y la habilidad manual. Sin embargo, esto también servirá a los terapeutas para solucionar deficiencias en los hábitos de estudio.
Durante los dos primeros años, el pequeño ingresa a consulta acompañado de sus padres. A los 2, lo mejor es motivarlo para entrar solos. Mientras tanto, los adultos pueden permanecer en una sala continua verificando a sus pequeños. La idea no es enseñarles a las malas, sino a través del juego, para promover habilidades y fortalecer el vínculo afectivo con la familia.
¿Cuánto debe durar?
No existe un tiempo exacto, se modifica dependiendo de cada niño. Lo más recomendable en edad preescolar es asistir dos veces por semana a sesiones de 45 minutos a una hora.  El niño puede durar desde seis meses en terapia hasta más.
Si, por el contrario, el trabajo se está desarrollando con bebés (se pueden atender incluso recién nacidos), lo más recomendable es que el tiempo se reduzca a media hora, luego de hacer comido y descansado hora y media.







Fuente: Texto extraido de www.abcdelbebe.com

martes, 24 de abril de 2012

Comprendiendo los desordenes sensoriales.

Uno de los grandes problemas que presentan las personas con autismo, está relacionado en cómo perciben las sensaciones a través de sus sentidos. Estos problemas de orden sensorial generan muchas de las conductas inadecuadas de los niños con este tipo de trastorno. Una de las tareas de la terapia de integración sensorial es precisamente ayudar al niño a regular estas sensaciones.
Algunas de las reacciones más comunes son las siguientes:

  • Rechazo del contacto físico. Al abrazarlos o besarlos el niño muestra un rechazo. Este contacto puede ser extremadamente confuso e incluso interpretarlo como una agresión.
  • Los peines y cepillos, pueden provocar una desagradable sensación, es como sí usáramos un rastrillo de púas de acero para peinarnos.
  • El lavado del cabello, a su vez implica agua, que o bien puede dar la sensación de ardor de de todo lo contrario. Y el masaje capilar puede interpretarlo como si le estuviésemos frotando con una piedra pómez.
  • Cepillar los dientes, o peor aún, la visita al dentista, implica la introducción en la boca de el cepillo (o de los instrumentos del dentista), sumado a la pasta dentífrica, que genera una “explosión” de sabor en nuestra boca. Al igual que con el peinado y el lavado del cabello, es una explosión sensorial en toda regla.
  • El no contacto visual no significa que no nos oigan, pero si los forzamos a mirarnos mientras les hablamos, sencillamente son incapaces de procesar toda la información de forma simultánea.
  • Si vamos a un supermercado o centro comercial, es muy posible que el niño entre en una crisis y presente una rabieta. No es que sea un maleducado -como pensará quien nos observe- es que hemos saturado sus sistemas de procesamiento sensorial. Luces, olores, sonidos, estímulos visuales, etc. Todo un cortocircuito para alguien que no puede procesar tanta información de forma simultánea. Es fácil que el niño se haga pipí encima, aunque esto sea algo consolidado, ya que esta sobrecarga de información bloquea -literalmente- su sistema de percepciones corporales y hace que se orine encima. Los centros comerciales y supermercados son un reto a los sentidos.
  • Quitarse la ropa en la calle en pleno invierno es un signo evidente, es como si su ropa estuviese hecha de papel de lija. A su vez, les cuesta entender la diferencia entre frío y calor. Esto es aplicable también a zapatos y calcetines.
  • Otro de los problemas que es fácil encontrar es el no saber columpiarse, y que a pesar de nuestros intentos, no sea capaz de aprender a columpiarse. Cualquier niño de 6 años adquirirá la capacidad de columpiarse en unos pocos minutos, a muchos niños con autismo, este simple hecho les representa un reto. Muy habitual en niños hiper-prudentes. Sencillamente no son capaces de coordinar su propio cuerpo, y esto les produce una sensación similar al vértigo.
Estos problemas, suelen excitar mucho al niño y acrecentar sus estereotipias. Estas las usan como un sistema autorregulador emocional. Las técnicas de integración sensorial se encaminan precisamente a enseñar al niño a comprender estas sensaciones, e incluso, al reconocimiento de su propio cuerpo. Este problema de procesamiento sensorial hace que ni siquiera sean capaces de reconocer su propio cuerpo, sensorialmente hablando. Esta dificultad para entender el “yo” físico, puede sumarles en un estado de confusión, acrecentar su mala disposición y en suma, crear estados de ansiedad.
Actualmente, las técnicas de integración sensorial consiguen que muchos de estos problemas se resuelvan, y ayudan al niño a comprender mejor las sensaciones que le rodean.



Fuente:
www.autismodiario.org
Foto: desarrollando mentes.

miércoles, 8 de febrero de 2012

DIR-Floortime


Jugar en el piso: 

El método Floortime es el componente principal del modelo DIR, un programa completo para bebes y niños con trastorno de desarrollo (entre otros el TEA). Crea un abordaje que incluye  además del tratamiento del niño,  una relación de aprendizaje con los padres, adaptada siempre a los rasgos diferenciados del niño, para ayudarlo a ascender en la escala del desarrollo.

La parte D (Desarrollo) del Modelo describe cada paso en la construcción de esas capacidades. Incluye ayudar al niño a aprender cómo atender y permanecer calmado, a relacionarse con otros, a iniciar y responder a todos los tipos de comunicación, empezando con gestos sociales y emocionales, a vincularse  en resolución de problemas sociales compartidos que involucren muchas interacciones consecutivas, usando ideas para comunicar necesidades, a jugar y pensar creativamente y a combinar ideas para pensar lógicamente en sucesivos niveles de complejidad para disfrutar las relaciones con pares y lograr habilidades académicas.
La parte I (Diferencias Individuales) del Modelo describe las maneras únicas y biológicas con las cuales cada niño recibe, responde y comprende las sensaciones tales como el sonido, el tacto, planifica y secuencia ideas y acciones. Algunos niños, por ejemplo son muy hiper reactivos al tacto y al sonido, mientras que otros son hipo reactivos, y otros, más aún, buscan estas sensaciones.
La parte R (Basado en las Relaciones) del Modelo describe las relaciones de aprendizaje (con cuidadores, educadores, pares, etc.) que son ajustadas a las diferencias individuales del niño para permitirle progresar en el logro de estas capacidades básicas.

Para el Modelo DIR©/Floortime™ es primordial el rol  que tienen las emociones y los intereses naturales del niño, que han demostrado ser esenciales para las interacciones de aprendizaje  que les permiten a las diferentes partes de la mente y del cerebro trabajar juntas y construir sucesivamente niveles más altos de capacidades emocionales, sociales e intelectuales.

Floortime™ (o “juego circular”) es una técnica específica que conjuntamente sigue los intereses emocionales naturales del niño, al mismo tiempo que lo desafía a tener logros cada vez mayores. Sin embargo,  el Modelo DIR®/ Floortime™ es un marco comprensivo que permite a los profesionales y padres construir un programa ajustado a las fortalezas y desafíos únicos de cada niño. A menudo incluye, además de Floortime™,  ejercicios variados de resolución de problemas y generalmente, un abordaje de trabajo en equipo con Terapia del Lenguaje, Terapia Ocupacional, Programas Educativos y, cuando es apropiado, Intervenciones Biomédicas. El Modelo DIR®/ Floortime™ además pone énfasis en el rol crítico de los padres y otros miembros familiares dada la importancia de sus relaciones emocionales con el niño.
Floortime es Jugar en el piso! Como su nombre lo indica, este jugar en el piso esta basado en dos metas principales,  la primer meta de la terapia Floortime es seguir la iniciativa del niño y aprovechar sus intereses naturales, la segunda es atraer al niño hacia un mundo compartido.
Los niveles de desarrollo de funcionamiento intelectual y emocional que se reconocen son:
• Regulación y Atención: la habilidad de poder estar calmado y observar el entorno que lo rodea.
• Vínculo/ Intimidad: una conexión emocional con su mamá, su papá o las personas que lo cuidan.
• Comunicación emocional recíproca: iniciar y responder en un ida y vuelta de gestos tales como abrazo, girar para mirar, mover la cabeza asintiendo, etc
• Resolución de problemas sociales compartidos: tomar la mano de alguien y llevarlo hacia un objeto que quiere y resolver juntos, imitar, juegos sociales, etc.
• Crear ideas: palabras y símbolos para expresar, emociones, intenciones, etc. Juego simbólico.
• Pensamiento emocional: ideas que van más allá de las necesidades básicas para el juego simbólico. Puentes que combinan ideas para llegar a algo lógico y abstracto.



Fuente: 
 Fundado por Stanley Greenspan y Serena Wieder: www.icdl.com